Las cartas Lenormand, a diferencia del tarot, que es más profundo y psicológico, son ideales para evaluar dos alternativas y saber cuál es la que más conviene en un momento dado. Partiendo de esta premisa saqué algunas cartas para ayudarme a tomar una decisión que necesitaba ejecutar pronto.
Mis alternativas eran dos. Simples y claras. Ya antes había hecho ejercicios tratando de adivinar quién ganaría un partido de tenis en un torneo del que sabía muy poco antes de agarrar la baraja. El procedimiento que usé en esas ocasiones fue sencillo: Mezclar las cartas, concentrarme en cada uno de los jugadores, sacar cartas para cada uno de ellos y, una vez puestas sobre la mesa, definir cuál tenía cartas más positivas para saber quién ganaría. No recuerdo muy bien cuántas veces acerté, pero digamos que en un 80% de las veces lo hice. Conociendo este procedimiento me animé a sacar cartas para la decisión que debía tomar.
Lo primero que hice fue aclarar mi pregunta, paso primordial para poder leer con claridad la tirada. Nada como pensar en una pregunta y luego distraerse con otro asunto mientras se baraja y se saca las cartas para obtener respuestas confusas e inútiles. Mientras mezclaba las cartas pensaba en cómo me gustaría que se desenvolviera todo. Con la mano izquierda corté el mazo tres veces y tres veces lo volví a unir. Elegí tres cartas por cada opción, usando el nombre de la persona que me la planteaba. De las dos personas conocía dos nombres y un apellido, por ejemplo Juana María Rodríguez, lo que correspondería a Juana = 5, María = 5, Rodríguez = 9. El conteo lo hacía con las cartas bocabajo desde la primera, por eso en el ejemplo no importa que haya dos números 5.
Al sacar las cartas las acomodaba con el reverso hacia arriba, en dos filas, una debajo de la otra. Cuando tuve listas las 6 cartas, 3 por fila, las di vuelta para ver qué encontraba.
En este caso usé mi intuición tan rápidamente como pude. Evité pensar demasiado y llenarme de razones porque las había. Las ventajas de ambas opciones eran prácticamente las mismas, por eso quería aclarar mis dudas usando mi sexto sentido. El proyecto que quería empezar demandaba preparación y para eso necesitaba tiempo. Cuanto antes comenzara mejor, por eso no quería esperar indefinidamente hasta tener más información. Aclaro que ya tenía una pista de cuál alternativa me convenía más, pero quería que las cartas me mostraran otra arista.
En la primera línea la carta de la tetera, símbolo que incluí en la baraja Licuc Lenormand que diseñé, me hablaba de una persona que me recibiría de un modo amable, acogedor, cálido. Eso me gustó. Luego la figura de la niña*, que hace referencia a comienzos y el lirio, por su connotación de autoridad en temas espirituales, le dieron coherencia a una línea que hablaba de modo literal de lo que estaba buscando.
La segunda línea también se refería a mis expectativas, a mis deseos, a lo que de corazón esperaba que pasara. La siguiente carta hizo énfasis en mis intenciones de que todo el asunto no fuera “con ánimo de pérdida”, pero ya cuando en la última carta salió la serpiente las alarmas sonaron. Si bien hay una interpretación menos catastrófica de la serpiente, que la asocia con una mujer inteligente y perspicaz, en este caso su imagen sólo me recordó la conducta errática de una persona con la que estaba tratando.
En este momento el asunto todavía está en marcha, pero por lo que pasó después, por el modo en que se han comportado las personas que representan a las dos alternativas siento que voy en la dirección correcta.
Así es que me gusta usar las cartas Lenormand, para despejar dudas y aclarar situaciones. Las adivinanzas prefiero dejárselas a los niños para que se diviertan.
*En mi baraja también hay una carta de niño que viene a significar lo mismo.
Mis alternativas eran dos. Simples y claras. Ya antes había hecho ejercicios tratando de adivinar quién ganaría un partido de tenis en un torneo del que sabía muy poco antes de agarrar la baraja. El procedimiento que usé en esas ocasiones fue sencillo: Mezclar las cartas, concentrarme en cada uno de los jugadores, sacar cartas para cada uno de ellos y, una vez puestas sobre la mesa, definir cuál tenía cartas más positivas para saber quién ganaría. No recuerdo muy bien cuántas veces acerté, pero digamos que en un 80% de las veces lo hice. Conociendo este procedimiento me animé a sacar cartas para la decisión que debía tomar.
Lo primero que hice fue aclarar mi pregunta, paso primordial para poder leer con claridad la tirada. Nada como pensar en una pregunta y luego distraerse con otro asunto mientras se baraja y se saca las cartas para obtener respuestas confusas e inútiles. Mientras mezclaba las cartas pensaba en cómo me gustaría que se desenvolviera todo. Con la mano izquierda corté el mazo tres veces y tres veces lo volví a unir. Elegí tres cartas por cada opción, usando el nombre de la persona que me la planteaba. De las dos personas conocía dos nombres y un apellido, por ejemplo Juana María Rodríguez, lo que correspondería a Juana = 5, María = 5, Rodríguez = 9. El conteo lo hacía con las cartas bocabajo desde la primera, por eso en el ejemplo no importa que haya dos números 5.
Al sacar las cartas las acomodaba con el reverso hacia arriba, en dos filas, una debajo de la otra. Cuando tuve listas las 6 cartas, 3 por fila, las di vuelta para ver qué encontraba.
En este caso usé mi intuición tan rápidamente como pude. Evité pensar demasiado y llenarme de razones porque las había. Las ventajas de ambas opciones eran prácticamente las mismas, por eso quería aclarar mis dudas usando mi sexto sentido. El proyecto que quería empezar demandaba preparación y para eso necesitaba tiempo. Cuanto antes comenzara mejor, por eso no quería esperar indefinidamente hasta tener más información. Aclaro que ya tenía una pista de cuál alternativa me convenía más, pero quería que las cartas me mostraran otra arista.
En la primera línea la carta de la tetera, símbolo que incluí en la baraja Licuc Lenormand que diseñé, me hablaba de una persona que me recibiría de un modo amable, acogedor, cálido. Eso me gustó. Luego la figura de la niña*, que hace referencia a comienzos y el lirio, por su connotación de autoridad en temas espirituales, le dieron coherencia a una línea que hablaba de modo literal de lo que estaba buscando.
La segunda línea también se refería a mis expectativas, a mis deseos, a lo que de corazón esperaba que pasara. La siguiente carta hizo énfasis en mis intenciones de que todo el asunto no fuera “con ánimo de pérdida”, pero ya cuando en la última carta salió la serpiente las alarmas sonaron. Si bien hay una interpretación menos catastrófica de la serpiente, que la asocia con una mujer inteligente y perspicaz, en este caso su imagen sólo me recordó la conducta errática de una persona con la que estaba tratando.
En este momento el asunto todavía está en marcha, pero por lo que pasó después, por el modo en que se han comportado las personas que representan a las dos alternativas siento que voy en la dirección correcta.
Así es que me gusta usar las cartas Lenormand, para despejar dudas y aclarar situaciones. Las adivinanzas prefiero dejárselas a los niños para que se diviertan.
*En mi baraja también hay una carta de niño que viene a significar lo mismo.